La neumonía es un tipo de infección pulmonar o respiratoria que comienza con una simple tos, pero luego produce fiebre alta y repentina con dificultad para respirar. Para la mayoría de las personas, la neumonía puede ser tratada con medicamentos de venta bajo receta (por ejemplo, antibióticos), y todos los síntomas desaparecen en unas pocas semanas. Sin embargo, en el caso de los bebés, los ancianos y las personas con otras afecciones médicas, un brote de neumonía puede significar hospitalización con síntomas graves.
A continuación, echaremos un vistazo a los 15 síntomas más comunes de la neumonía…
1. Tos
La neumonía es un tipo de infección pulmonar que puede afectar a uno o ambos pulmones. La fuente de la infección puede ser de naturaleza bacteriana, fúngica o viral, pero, en todos estos casos, se suele asentar líquido en los sacos de aire de los pulmones, o alvéolos, causando dificultades respiratorias e, inevitablemente, una tos severa. Por ello, en las primeras etapas de la neumonía suele notarse una tos similar a la de la gripe o el resfriado, y esa tos suele ir acompañada de un moco verde espeso, que puede indicar una infección.
La neumonía no tratada empeorará, y también la tos relacionada. La gravedad de la tos y la mucosidad depende de la causa de la inflamación (es decir, si el microrganismo causante de la infección es de naturaleza bacteriana, fúngica o viral). Otros factores también influyen en la gravedad de la neumonía en los distintos individuos. Por ejemplo, la capacidad inmunológica puede ser diferente debido a la edad (los ancianos y los niños pequeños suelen tener más riesgo de padecer síntomas graves y de ser hospitalizados). Además, la salud general puede influir en la gravedad de la neumonía, y las personas con inmunidad comprometida son las que corren mayor riesgo.